Lectura del Día 25/11
Lectura de la profecía de Daniel Daniel 2, 31-45
Lectura de la profecía de Daniel Daniel 2, 31-45
Lectura del santo evangelio según san Lucas Lucas 21, 5-11: En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: "Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido".
Comienzo de la profecía de Daniel Daniel 1, 1-6. 8-20
Lectura del santo evangelio según san Lucas Lucas 21, 1-4: En aquel tiempo, levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que echaban sus donativos en las alcancías del templo. Vio también a una viuda pobre, que echaba allí dos moneditas, y dijo: "Yo les aseguro que esa pobre viuda ha dado más que todos. Porque éstos dan a Dios de lo que les sobra; pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir".
Primera lectura: Lectura del segundo libro de Samuel 2 Samuel 5, 1-3 Segunda lectura: Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses Colosenses 1, 12-20
Lectura del santo evangelio según san Lucas Lucas 23, 35-43: Cuando Jesús estaba ya crucificado, las autoridades le hacían muecas, diciendo: "A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el elegido".
Sobre la cruz aparece una sola frase: «Este es el rey de los judíos» (Lc 23,38). He aquí el título: rey. Pero observando a Jesús, la idea que tenemos de un rey da un vuelco. Intentemos imaginar visualmente un rey.
Lectura del primer libro de los Macabeos 1 Macabeos 6, 1-13
Lectura del santo evangelio según san Lucas Lucas 20, 27-40: En aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos. Como los saduceos niegan la resurrección de los muertos, le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito que si alguno tiene un hermano casado que muere sin haber tenido hijos, se case con la viuda para dar descendencia a su hermano.
Con esta respuesta, Jesús invita, en primer lugar, a sus interlocutores ―y a nosotros también― a pensar que esta dimensión terrenal en la que vivimos ahora no es la única dimensión, sino que hay otra, ya no sujeta a la muerte, en la que se manifestará plenamente que somos hijos de Dios.